viernes, 12 de agosto de 2011

Estaba la mujer...

Follandose al puto cuando le propuso correrse dentro de ella, a lo que el puto se negó argumentando que aquello no entraba en sus servicios. Ella le propuso que por esta vez hiciera una excepción, que su recompensa aumentaría más de lo que probablemente mereciera. Ante la continuada negativa de éste, la mujer, no acostumbrada a tener limitaciones en sus orgías acometió contra el individuo con aquella lógica aplastante con que nosotros, los bienconsiderados, solemos dirigirnos a aquellas calañas.

— Vamos, que pasas por tirarte a cualquier coño por cuatro perras; tu desayuno, comida y cena es el mismo marisco siempre, aquel que se encuentra más abajo del ombligo de aquella que pretenda lavarse de una manera diferente; no sientes ni padeces; asumes tu posición al mismo nivel que el consolador de sexshop; y sin embargo tú, que de no ser por mi sueldo y casualidad de caer cerca de ti con esta necesidad, hoy no tendrías qué meterte en vena, tú que te encuentras en el abismo del seropositivo con cada vez que metes tu polla por algún agujero de cuerpo ajeno, tú me vienes con remilgos ante la posibilidad de correrte dentro de mi.

— Va a disculparme pues así se va a hacer mi voluntad.
En mi concidión de puto, fulano, ramero, es cierto que burlo principios de su moral, principios que en esta, mi posición entre el vibrador y el lubricante anal no son realmente válidos.
Cierto es, no me importa la empatía económica que le hace pensar en qué gasto lo que gano; núnca me pararé a pensar cual puede ser su situación laboral, o cómo se desarrolla un sistema del que no soy beneficiario e intento escapar de ser perjudicado.
No obstante, que no siga su moral no significa que carezca de ésta y, si lo que usted busca no se encuentra en mi menú, tiene que ver con este hecho.
Peculiar manera de actuar tengo, muestro mi repulsa acercando mi cuerpo al suyo, transmitiéndole calor que hago desvanecer, haciendo palpable el frío que realmente alberga.
Puedo elevarla al éxtasis únicamente para depues golpearla contra la realidad, y hacerla pagar por ello.
A eso me dedico, meto y saco de sus entrañas la mismísima libertad, al igual que el alto alza y baja el juguete deseado por el bajito, para, enrabietándole, hacerle saber que no puede conseguirlo.
Lo que para usted es el culo de un vaso de leche más salada de lo normal, pertenece a aquella región del mundo que su poder no puede franquear: mi cuerpo. Usted, necia, pensará que soy público, mas mi estirpe es la elegida para proseguir un ideal que, algún día, disipará sus prejuicios, ensalzandolos a la mayor de las virtudes. No, mi esencia no se puede comprar, mi esencia no está en la carta de esta sociedad. Es aquella la que ha de continuar mi camino, el camino de un marginado, un héroe, un prostituto.

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