lunes, 5 de septiembre de 2011

Verano de noche

Mamá, hoy no me voy a la cama,
esta noche no,
hoy tomaré la vieja escala de la juventud
y hasta el cielo treparé.
Hoy me acurrucaré en la empolvada mejilla de la luna
y contaré las estrellas que el techo no me dejó ver.

Quiero verlas danzar,
yo pongo la música,
pero sólo para una
por la que mil y una noches suspiré
y tantos otros días esperé.

Oh nubes, pasad como la bruma
ante el soleado día de playa,
dejad vuestro fantasmal velo de perfume y...
¡rápido, rápido!
dejadnos a solas,
en este claro donde
la luna es mera farola.

Oh estrella, cuán lejana te presentas
toda envuelta en misterio y abalorios,
dicen que los astros te cortejan
pero ante todos te das la vuelta.
Aún así tu resplandor ha llegado
a mis ojos, como un mensaje,
en esta fría noche de verano,
y sé que a sabiendas lo mandaste.

Te ruborizas y te tapas
con nubes de aroma encantado
mas aún hay tiempo
el celoso Sol todavía no ha llegado.

Te desnudas ante mi,
ese es tu regalo
y las lágrimas brotan
de estos ojos desorbitados
que tórpemente garabatean
perdidos en el espacio.

Pero, ¡deprisa!
al ruiseñor oigo cercano
y el fru-fru de hojas
al chocar en e tejado.
El arroyo tambien ¡ay!
su camino ha comenzado
como el tronar de trompetas de la corte.
Y también nubes distingo,
como rosadas damas
que pliegan sus vestidos.
Todo el reino se prepara
allá en el horizonte
sin duda para la llegada
de aquel tu cortés consorte.

¡Pues corre ya, pequeña amada!
No olvides tu fulgor incandescente
ni tampoco esta nuestra velada
que hallo en mi corazón latente.
¡Pues corre ya, corre a esconderte!
¡Vete ya, dulce juguetona!
Que yo ya alcanzo a despedirme
de aquel último suspiro de aroma
por lejanos mares de poniente.

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