Días de gloria

Follas novas
y globos de la República,
bajo un techo estrellado
y la luz de farolas.
Un amigo tengo a mi lado,
más cinco kilos
en bolsas de basura
y palabras sueltas
que susurran lejanías,
próximas lejanías,
futuras.

La noche es calidad
y la ropa incómoda,
y partidas de cartas
bajo atmósferas cargadas
con llamadas de atención
de camareras enfadadas.
Y risas, risas, risas
entre química orgánica
y charlas filosóficas.

Ahora el viento es frío,
nórdico, auguro.
Lluvias en Oslo
y fotos comprometidas,
partidas de bolos
o noruegas salidas
y zumos de frutas
de los que ahora me río.

Calla. Silencio.
Para el paso para recordar
cómo era el imperio germano:
Redes de metro
y galerías de arte urbano.
No bebo,
siquiera a vuestro lado.
Mas acerca la jarra,
hoy tomaré un trago.
Por los paseos desde el casco,
y el susurro helado
de este abanico que se nos abre
de oportunidades y caos
del que puntas somos
cada vez mas alejados.

Pero lágrimas caer no verás
si no de alegría son,
por las glorias pasadas
y los posos que han dejado,
como aquellos que apostábamos
y acababa tomándose Casandra.
Posos quedan en mi alma,
en forma de satélites,
y seises de febrero,
y ciudadanos ebrios,
y batidos caídos
bajo la tutela de famosos.

Dos años después,
la historia no ha acabado.
Aun cierro los ojos y oigo
esos problemas de matemáticas,
o dibujos al azar
plasmados en tiza de pizarra.
Y primeras filas en aula
o carcajadas por chorradas
programadas en calculadora gráfica.
"Cardamomo" como palabra recurrida,
bajo la cómoda membrana
de dos años de risas
pasados a velocidad de neutrino.

Lo veo en tus gafas, en tus rastas,
en el martillo comunista,
o la bandera británica.
En tardes de ensayo
o prácticas de laboratorio.
Lo veo porque os echo de menos
ahora que solo me hallo.


Basta de recuerdos.

Se presenta este vuestro camarada
para viernes con la tetería cercana,
yo pongo las melancolías,
denme ustedes más anécdotas,
que el International Baccalaureate
con hambre me ha dejado.