lobos sin importar la distancia.
El mundo, que amenaza, sobre las copas
y bajo la luna.
Poetas sobre los veinticinco,
almas perdidas, y encontradas.
Compartimos el aullido,
sin importar la carga
como un barco varado
o la hoja que remolonea al caer.
No importa el pesar, en esta tierra,
no importa la lejanía, si ya estás en la mar,
perdidos en la utopía, o en el recuerdo,
en el amor, en la niebla,
somos lobos, somos veleros,
somos cascaras de nuez entre la corriente,
somos juncos que azota el viento.
pequeños, y a veces sólos.
Y la distancia trae los ecos,
como un aullido compartido.
las palabras vuelan y reaparecen
como oasis de verdad a mitad de camino,
un suspiro, en el silencio,
una historia y un amigo
que comparta el lamento,
que cante al unísono
un ritmo olvidado,
la métrica escondida,
al calor del amanecer.
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