martes, 16 de agosto de 2011

Juego de luces

Un buen día decidí sentarme
en la misma silla desde la que di a luz al Sol
donde todos mis hijos fueron engendrados
en desparramadas hojas de papel fino

las ruedas dieron la vuelta
me quedé mirando a la pared.

Un buen día decidí dar la espalda al mundo
por no compensar aquel sueño
en el que tu calor calmaba
el frío de la noche.
El Sol, envidioso de tu poder,
quiso despertarme por la mañana
y hacerme ver
que seguía esperando tu llamada.

Ahora sólo miro la pared,
un mísero fragmento de espacio
en el ambiente cargado
que es mi embriaguez.

Doy la espalda al mundo, por cambiar,
Doy la espalda a los sueños, por engañar.
Me gusta moverme en horizontal
siguiendo la fina linea que divide
lo real de lo natural.
Estoy, como el lobo de estepa,
encerrado entre dos eras,
pertenezco a una, pertenezco a otra
y mi sufrimiento me supera,
al hallarme solo en ellas.

Sólo ahora miro a la pared,
la silla se volvió,
la persiana acalló al Sol,
la vigilia disipó el calor
y ya no estás a mi vera.

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