El pensar me dolía.
Cerraba los ojos y la lluvia no cesaba sobre mi cabeza,
todo aquello que hice y cómo lo hice,
todo aquello que fuí, y que tuve...
todo se desparramaba bajo mi pelo,
calando mi mente entera
dispersandose como amargo veneno
del recuerdo.
Mis poesías,
verso a verso,
palabra a palabra.
Mis fotos, las tuyas,
todas las que te hice
y, en definitiva
las nuestras.
Mi trabajo,
mis delirios,
el planteamiento,
y el universo entero
de mi pre y pos adolescencia,
contigo, conmigo
con aquellos que se fueron
aquellos que todavía estan
y todos ellos,
en fin,
que pudieron escapar
ya fuera en papel,
o en cualquier soporte material,
de este peligro,
este juego de niños,
esta arena para castillos,
del formato digital,
El que hasta ayer fuera mi amigo,
y hoy,
ab-so-lu-ta-men-te todo
lo mío,
se lo hubo de llevar.
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